La libertad, el Estado y el sexo



Por: Walter Javier Arrázola M.
Ex Diputado Nacional


La libertad es la capacidad del ser humano para obrar asumiendo la responsabilidad de sus actos. El Estado moderno garantiza la libertad, que no puede ser coartada o violentada por un gobierno democrático. Sin embargo, cuando el gobierno se confunde con el Estado, como lo hace este régimen, ya no estamos en democracia sino ante una autocracia sin control ni contrapesos, menos con separación de poderes.


La libertad individual está entrelazada a la libertad económica y política, no se pueden entender separadas. Donde falte una de ellas no hay libertad. En Bolivia, poco a poco el Estado nos está quitando nuestras libertades, nuestra privacidad y el derecho a ser inocentes hasta que se nos demuestre lo contrario.


El poder del Estado a través del director de “la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Empresas […] anunció la fiscalización administrativa y financiera de la Red Televisiva PAT […] para verificar su manejo administrativo y financiero […] llegó el momento de fiscalizar a un medio de comunicación […] no estamos fiscalizando la actividad periodística, sino en cuanto hace a la actividad de una sociedad […] ya solicitaron la documentación financiera, estatutos, manuales de funcionamiento y particularmente estados financieros y balances de los cuatro últimos años para su revisión”. Violentando con esto los derechos fundamentales, como son la privacidad, la libertad de empresa, la propiedad privada y el debido proceso.


¿De qué se acusa a PAT? ¿Evasión de impuestos, malos tratos, incumplimiento de normas laborales? ¿O será por lo que se le “encuentre” para coartarle la libertad de comunicación y trabajo? ¿Se le aplicará el “derecho penal del enemigo”?


A este paso, el día de mañana al poder del Estado se le ocurrirá entrar en nuestra vida privada para “verificar” y “constatar” que las relaciones sexuales entre las parejas sean consentidas y no haya abuso, presión o malos tratos por alguno de los intervinientes en el acto. Nuestra privacidad y libertad estará “condicionada” a la observación in situ del acto, precautelando con ello la seguridad y la sexualidad del individuo en el disfrute de sus relaciones sexuales, argumentará el poder del Estado.

Nuestra privacidad y libertad ya no es nuestra. Desde ahora le pertenece al gobierno que ha absorbido al Estado en una autocracia.

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