El racismo en la Constitución de Bolivia: ¿Una Constitución fallida?


El racismo en la Constitución de Bolivia: ¿Una Constitución fallida?

Por: Walter Javier Arrázola
Ex Diputado Nacional

El Ministro de Autonomías Carlos Romero en una entrevista que dio al periódico la Prensa (17/06/10) de La Paz dice que “la autonomía es la cualidad de gobierno y no de territorio”. Es un craso error, o desconocimiento intencionado del ministro, que no conozca lo que significa en sí mismo la autonomía o el federalismo.

Si doctrinal y filosóficamente el gobierno y el aludido ministro hablan de naciones, y constitucionalizan el concepto de Estado Plurinacional están hablando ineludiblemente de territorio. ¿O es que el nuevo Estado Plurinacional quiere mantener las viejas estructuras “coloniales de dominación” a su favor, como son las competencias, la economía y la territorialidad?

El ministro, junto con la Ong CEJIS; el grupo del CIDES de la UMSA, junto a Alvaro García Linera y Carlos Villegas, entre otros; el grupo la Comuna de Raúl Prada; además del cura Xavier Albo con su propia Ong; son los ideólogos de esta Constitución, y resulta que ahora no la quieren cumplir. Es entendible, pues tienen miedo en ponerla en práctica. Ellos saben lo que han construido, lo que han hecho y no pueden remediarlo.

Esta constitución es racista y va a pasar a la historia de Bolivia y del mundo como tal. En lugar de combatir el racismo, la discriminación y la exclusión económica, de la cual ellos hablan mucho y teorizan mucho, se utilizo el racismo a la inversa para la toma del poder. Se constitucionalizó una ciudadanía diferenciada entre quienes pertenecen o no a una etnia, unas personas con más derechos que otros, como si estuviéramos volviendo a la época colonial de la conquista española pero al revés. Ahora no son los indígenas los segregados sino los mestizos descendientes europeos, clasificados hoy en comunidades interculturales como teoriza la constitución en su artículo 3.

La exclusión y la segregación no solo esta expresada en la constitución, sino está también en los hechos. Hemos pasado de una Constitución formal a una real en su aplicación. Eso les asusta, y mucho.

Sus ideólogos han logrado crear un discurso político neomarxista, que ha sustituido la lucha de clases por la lucha de etnias, de culturas, en busca de una hegemonía de poder. Esto es peligrosísimo. No han sabido medir sus consecuencias, históricas, políticas y sociológicas. En el mundo conocemos las consecuencias del Nacionalismo y de las luchas étnicas o raciales.

Los indígenas, sobre todo del oriente, solo piden que se cumpla y aplique lo que dice la constitución, que ellos mismo (La Comuna, el CEJIS, el cura Albo, entre otros) han creado y han aprobado en la constituyente. Esta es una constitución fallida ¡Más vale que lo sea!

En caso de que se logre aplicar y consolidar los postulados etnicistas, estaríamos ante dos posibilidades: la primera al borde del fratricidio y la violencia (ya empezó en Uncia, quizás antes); la segunda, estaríamos ante un neocolonialismo interno “pacifico” y destructor de unas culturas sobre otras, a través de un segregacionismo constitucionalizado, es decir un genocidio cultural.

El racismo de esta constitución se entendería mejor si releemos la constitución aprobada en Oruro, y estudiamos los pocos debates que se realizaron en las comisiones como las propuestas de los partidos y Oenegeses, donde buscan consolidar el etnicismo --sobre todo el aymarismo-- como ideal del “hombre nuevo”, o del grupo étnico superior, frente al mestizo explotador heredero de la Colonia, con sus taras ideológicas liberales y occidentales, que han discriminado en la república a los indígenas; dirían Albo, Lineras, Villegas y Romero, en su momento.

Las reformas que se hicieron a la constitución de Oruro en el Congreso Nacional (con presión y cerco de indígenas de por medio) han quedado en nada, porque a través de las nuevas leyes que hoy se están aprobando en la Asamblea Plurinacional se ha vuelto a la esencia de la constitución de Oruro. La constituyente no fue ni originaria ni plenipotenciaria, fue de manipulación ideológica. El marxismo utilizo, nuevamente al indigenismo para llegar al poder. En el proyecto de Oruro el racismo y la segregación era evidente, en la del parlamento aprobada en referéndum hoy vigente, es más sutil pero racista igual.

Un dato curioso, el encargado de la negociación de la oposición para las modificaciones de la constitución de Oruro, en el Congreso Nacional, mientras estaba sitiado por indígenas Campesinos Originarios que reclamaban sus derechos ancestrales sobre el territorio, era el senador de Podemos Carlos Borth. Tengo información, que habría que corroborar, que trabaja para el gobierno actual en la vicepresidencia. ¿Sin explicación?

Por ello urge reformar la Constitución racista a una democrática e incluyente, donde todos nos sintamos representados e iguales ante la ley.

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