Santa Cruz y su error de perspectiva política



Por: Walter Javier Arrázola Mendivil
Ex Diputado Nacional

El problema de la ley corta o de transición es que en realidad puede convertirse en larga pues será la base que sustentará la ley de autonomías, o constituirá parte esencial de la misma, que próximamente se aprobará en el congreso con la mayoría simple que MAS tiene. Este es un pequeño adelanto y mensaje de las intenciones del régimen de Morales.

No se pude defender cargos ni personas, sino más bien instituciones, valores y principios. Volvemos a ser recurrentes en la defensa de lo general, de lo grande, para proteger lo pequeño o al individuo. Defender la individualidad no es lo mismo que defender al individuo; la individualidad es un derecho natural, la defensa del individuo vendría a ser el resultado de la puesta en acciones de la tutela de los valores y principios de la individualidad.

Por ello el planteamiento discursivo y de lucha política de los actuales dirigentes políticos de Santa Cruz y de la élite económica mercantilista, que ha capturado al liderazgo político, es el errado.

El marxismo radical y no democrático en Bolivia está siempre en la delantera en la lucha política, comprende muy bien estos conceptos. Juegan con símbolos, fechas, ritos, principios y valores, aunque sean estos errados desde nuestra perspectiva, pero son suyos y su motivo de lucha, valores y visiones al fin y al cabo.

La ley corta que contempla la destitución de los gobernadores electos a simple acusación, es una cortina de humo pero no desde la perspectiva que plantean los actores políticos. Quienes salen en la defensa del individuo, como una afrenta al voto, y no así de la individualidad o de la institucionalidad misma. El caudillismo nacional se quiere replicar a nivel local.

No es lo mismo plantear una línea discursiva y de debate, a nivel nacional, que arrimarse a acciones o hechos provocados por nuestro oponente. El MAS quería que empecemos a debatir sobre la destitución de los gobernadores y que la oposición fragmentada y desarticulada se una. Eso sí, que se una con un discurso errado y un planteamiento también errado de lucha. Lo ha conseguido.

El gobierno necesita una oposición para calmar las catástrofes que está sufriendo en su interior, por la lucha de poder e influencia política interna en busca de espacio de poder político y económico en la creación de su nueva burguesía y clientelismo político. Busca una oposición funcional, torpe, sin norte ni con planteamientos discursivos que lleven a replantear sus estrategias y tácticas contra el poder central.

Por ejemplo, la autonomía era un discurso de la media luna y de la oposición. Hoy es un discurso del Gobierno. La democracia, la unidad y el patriotismo era un discurso de la media luna, que ahora lo ha recuperado el gobierno. Nos robaron y se apropiaron nuestro discurso liberal de lucha. Ahora la oposición es la antidemocrática, terrorista, separatista y antipatria.

Los discursos son los que generan el poder y las movilizaciones de las masas, o dan la confianza para que determinado actor político siga actuando con legitimidad.

Pues nos quedamos sin discurso. Nos robaron y se apropiaron de nuestro poder discursivo y de nuestro movimiento de masas. Nos quedaba el voto el cual se ganó, pero lo estamos perdiendo en mesa: nos falta discurso.

Aunque los actores políticos y la élite económica mercantilista de Santa Cruz no lo crean, la ley corta pudo ser una oportunidad de recuperar el discurso y el poder de movilidad de las masas, pero lo perdimos nuevamente. Se debió replantear el problema y el discurso, para que la oposición fije la agenda discursiva en el país.

Lo que se debe hacer es no solamente plantear la defensa de los gobernadores y la violación a los derechos fundamentales del debido proceso y del voto. Sino más bien explicar a la población que esta acción es intencionada y que es una cortina de humo para no tocar el tema esencial de la ley, las competencias autonómicas.

Mientas defendemos el cargo de una persona, nos hemos olvidado de la transición hacia una autonomía, que será más centralista que la vieja constitución.

De haber logrado redireccionar el debate discursivo político y desviarlo de la simple destitución, que es importantísimo pero no primordial, a la esencia de las competencias autonómicas hubiéramos ganado la partida. Hubiésemos metido al gobierno a debatir algo que no quiere, menos aún les interesa, se hubiera ganado las dos partidas de un saque. La defensa del cargo de una individualidad al defender las competencias de la autonomía a nivel nacional.

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