Por: Walter Javier Arrázola Mendivil
No sería una grata noticia, más
al contrario generaría tristeza para muchos y lastima. Esta última puede
transformarse en una sutil forma de discriminación.
No faltaran que algunos imbéciles
pudieran alegrarse, otros solo tendrán consideración y cordura, pues esta
enfermedad es algo que no mira color, credos políticos, pueblos indígenas o altos
cargos políticos como dignatarios de Estado.
El ex presidente Hugo Chavez sufrió
y murió de cáncer. Una enfermedad cruel y despiadada, que no puede ser ganada
ni con ejércitos ni con represión.
Las enfermedades y la muerte
cuando asechan, hacen tener fe y esperanza hasta al más acérrimo ateo.
Cuando planteo que si el
mandatario del Estado tuviera cáncer, lo hago desde el punto de vista humano, para
que entendamos la desesperación de familiares y amigos, como no del propio
doliente y enfermo, que sufre no solo al saber que la llegada de la muerte le
acaricia su cabeza redonda y sin pelos, con menos fuerza, y lo peor de todos que las
miradas que tiene alrededor son de lastima o falsos sentimientos.
Hasta los médicos que deben
atender al mandatario deben sufrir. Pues puede tener una complicación el
paciente y que al ser un hombre de Estado deben tener mayor cuidado en todos
los protocolos que hacen. La culpa ya no sería de la enfermedad sino de ellos.
Ese sufrimiento, esos problemas
son los que me interesan que el presidente y los bolivianos pensemos y hagamos
una catarsis. Pero comparemos al presidente con un ciudadano común.
¿En qué hospital público o
privado será atendido el primer mandatario? ¿Quién pagara sus curaciones y
cuentas de la quimioterapia? ¿Qué transporte utilizara para ir al médico? ¿Ira a otro país? ¿Qué pasaría si
muere de cancer?
También me gustaría reflexionar ¿Si
usted tiene cáncer donde seria atendido? ¿Tendrá dinero para pagar las
quimioterapias? ¿Está asegurado en alguna caja de salud? ¿Qué pasara con su
familia si usted muere?
La iglesia católica hoy tributa y
tiene menos recursos económicos para atender las obras sociales de los más
desprotegidos, sea en hospitales, donación de medicamentos, hogares de niños y
centros de rehabilitación, etc. De todas formas estará siempre ahí para que sea
atendido cualquier dignatario de Estado, Ministro, ateo, o quien requiera comprensión,
cariño, amor, paz y atención. Remedios del alma que acompañan con los del
cuerpo y que una clínica privada y los mejores médicos nunca nos los dan.
Esa es la receta para curar
enfermos, curar sus heridas del cuerpo, pero sobre todo las del alma. Gracias
padre Mateo por luchar por los niños con cáncer y por proponer una mejor salud
y atención, tanto para el primer mandatario de Estado como para los más
necesitados. Gracias a todos esos curas que curan a la gente.
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